
EL BESO DE LA MUERTE
Era un caso de vida o muerte, y había que actuar rápido. Si no, el pequeño animal moriría. Así que Paul La Fonte, francés de treinta y siete años de edad y amante de los animales, procedió a hacer la resucitación boca a boca.
Pero el animal moribundo no era un cariñoso gatito. Era una pequeña cobra recién traída de la India. Había sido pisada por un automóvil al sacarla de la jaula, y por no dejarla morir, Paul...