jueves, 1 de junio de 2017


¿POR QUÉ CELEBRAMOS PENTECOSTÉS?
El poderoso derramamiento del Espíritu Santo, descrito en Hechos 2, provocó a que la gente reunida en Jerusalén para la celebración de la fiesta de las semanas/Pentecosés (Shavuot, Éxodo 34:22), se compungiera de corazón y clamaran preguntando: “¿qué haremos?” (Hechos 2:37). Lucas, el autor del libro de los Hechos, describe a varias decenas de hombres y mujeres quienes fueron bautizados con  el Espíritu Santo (Hechos 2:4). La promesa de Jesús de enviar al Espíritu Santo se había cumplido. Ahora, el Paracletos estaría para siempre con y en el creyente; sería su Consolador (Juan 14:16,17), su Maestro, el fiel Guía, el que glorificaría a Jesús (Juan 16:14) y el que convencería de pecado a los hombres y las mujeres (Juan 16:8). Jesús confiere, con esta experiencia, su poder y autoridad sobre sus seguidores para que sean testigos (mártires) (Hechos 1:8).
El indispensable y extenso ministerio del Espíritu Santo, está encapsulado en la promesa de Jesús a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7).  Los discípulos ya no iban a ser espectadores, serían colaboradores, testigos y siervos-líderes. Ellos habían estado con Jesús por tres intensos años, ahora van a salir en su nombre a proclamar las buenas nuevas del evangelio, a continuar la misión de Jesús en el poder de Pentecostés.
¿Por qué celebramos el Día de Pentecostés? Celebramos Pentecostés por que es más que el día del portentoso derramamiento del Espíritu Santo, es más que sólo una experiencia del bautismo del Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en lenguas. Celebremos en este domingo de Pentecostés a la manifestación de Dios en su papel regenerador, quien mora en nosotros y nos ayuda a vivr victoriosamente en Cristo todo los días. 
LA ORACIÓN DE JESÚS
Jesús dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”  (Juan 14:6). Jesús estaba claramente enterado de las necesidades de sus seguidores. Él conocía sus modos de pensar, sus fortalezas, debilidades, temperamentos, altos y bajos, sus acaloramientos  y celos. Él sabia con precisión lo que apremiaban. En su oración sacerdotal, Jesús dijo: “Yo ruego por ellos” (Juan 17:9). Únicamente la plenitud del Espíritu Santo podría transformarlos y hacerlos representantes misionales de la Gran Comisión y del Gran Mandamiento. Jesús intercedió por sus discípulos y hoy lo hace por nosotros para que también seamos dotados de su Santo Espíritu.
 LA PROMESA DE PENTECOSTÉS
En Jerusalén, en el monte de los Olivos, Jesús dijo: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros” (Lucas 24:49). También dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). En el día de Pentecostés Jesús cumplió su promesa en bautizar a sus discípulos con el Espíritu Santo y fuego, Lucas 3:16. Esa promesa sigue vigente: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).  Los seguidores de Cristo celebran Pentecostés porque la promesa del derramamiento del Espíritu Santo se cumplio tal como Jesús lo habia indicado. Por eso,si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu, Gálatas 5:16-25. El Espíritu Santo nos fortalece para que no cedemos ante los deseos de la carne cada vez que somos tentados.
 LA PREDICCIÓN DE PENTECOSTÉS
El profeta Isaías declaró lo siguiente sobre el Espíritu Santo: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos” (Isaías 44:3).  Joel en su gran mensaje profético dijo: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28). En su primera predicación, Pedro en el poder del Espíritu Santo, usó estas palabras “esto es lo dicho por el profeta” para señalar que las maravillosas manifestaciones de fuego, viento y otras lenguas, fueron la confirmación de lo predicho por Joel (Hechos 2:16). Celebramos Pentecostés porque es Bíblico.
EL PODER DE PENTECOSTÉS
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hechos 1:8) dijo Jesús. Los discípulos, en medio de gran oposición y persecución, dotados del poder del Espirita Santo, cumplirían con el mandato de Jesús de ser sus representantes en el mundo. Ellos requerían de una inagotable fortaleza interna. Solamente con la investidura del poder del Espíritu Santo derramado en Pentecostés, podrían dominar sus tentaciones, el desaliento, agotamiento y tener en sujeción a sus pasiones. El poder de Pentecostés hace fuerte al débil, al tímido lo hace valiente, al insensato le da sabiduría, a los de doble ánimo les da domino propio y al limitado de palabras la flexibilidad de expresarse. Hoy, para todos los hombre y mujeres que en obediencia y sujeción al Espíritu Santo anhelan Su poder lo pueden recibir si tan solo se lo piden al Padre en el nombre de Jesús.
LA PURIFICACIÓN DE PENTECOSTÉS
La iglesia que Cristo prometió edificar debe ser pura, sin  mancha ni arruga, ni cosa semejante (Efesios 5:27). La santidad es la norma de vida de los hijos de Dios: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (12:14). La santificación es el resultado de una relación viva con Jesús (Romanos 8:9). La santificación es aquella obra espiritual interna que el Señor Jesús hace a través del Espíritu Santo. La santidad debe ser cultivada y perfeccionada porque tememos a Dios, 2 Corintios 7:1. El fuego limpia, purifica, elimina y purga.  Los que anhelamos ser puros, permitimos que el fuego santificador del Espíritu Santo queme todo lo que no honra a Dios quien nos demanda que seamos santos como el es Santo.
LA CAPACITACIÓN PARA PREDICAR
El Pentecostés que experimentaron los discípulos los capacitó para ser proclamadores de la obra redentora de Jesús. Ellos anunciaron el evangelio con poder, inspiración, elocuencia y autoridad. Sus base bíblicas para apoyar la obra de Jesús fueron las verdades del Antiguo Testamento.  Las autoridades religiosas que los habían intimidado fueron receptores del primer mensaje de Pentecostés (Hechos 2:22,23). La esencia de esa predicación fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Pedro en Hechos 4:8, lleno del Espíritu Santo, le habló a los gobernantes y ancianos del pueblo. Lucas dice que en el culto de oración que tuvieron los discípulos: “todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). La llenura del Espíritu Santo nos capacita para predicar la Palabra de Dios. Jesús en su visita a la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para . . . predicar” (Lucas 4:18,19). Jesús al igual que a sus discípulos nos pide que vayamos por todo el mundo y prediquemos el evangelio, Marcos 16:15.
Hoy, a traves de la frescura de un verdadero Pentecostés, se pueden sanar los corazones afectados por la falta de amor entre los hermanos, dejar la tibieza espiritual y demostrar dentro y fuera de la iglesia la misericordia y compasion de Dios. Procuremos el Pentecostés que hace arder a nuestros corazones, que nos lleva a vivir en santidad, voluntaria y radicalmente entregados a predicar a Cristo, y a éste crucificado, a un mundo que necesita su amor, perdón y salvación.
¡Celebremos Pentecostés y como los discípulos del aposento, unánimes juntos, seamos llenos del Espíritu Santo!